miércoles, 31 de julio de 2013

LOS CINCO SENTIDOS DEL PERIODISTA*

Por. Juan Carlos Segales L.
Los Periodistas y los Trabajadores de los Medios.
Hace más de cincuenta años, el oficio de periodista era diferente al actual, porque se trataba de una profesión de alto respeto y dignidad, con un carácter político e intelectual, la cual era ejercida por un pequeño grupo de personas. El periodista era aquella persona de importancia, admirada y que en la calle todos lo saludaban.
Muchos de los hombres más importantes de la historia fueron periodistas, tales como Winston Churchill, Ernest Hemingway. Pero, estos aspectos en la actualidad cambiaron, el periodismo escrito contemporáneo sólo ocupa una pequeña porción del gran mundo de los medios de comunicación.
En el presente, podemos ver que a los periodistas nadie los conoce, nadie sabe quién es. Esta situación se da porque el producto final de su trabajo no es de su autoría, sino que constituye como resultado de una cadena de gente como él que participó en la construcción de la noticia. Por lo cual, se perdió en la profesión algo central como es el orgullo, la que implicaba una responsabilidad del periodista por su trabajo.
En la actualidad, los que se desempeñan como periodistas trabajan en una civilización en la cual importa mucho más la tarea de estos profesionales, por dos razones: la primera, porque es una profesión a través de la cual se pude manipular a la opinión pública; la segunda, porque los mecanismos de los medios construyen un mundo virtual que reemplaza al mundo real.
La manipulación incide ya no en la censura, sino es ahora más sutil, utiliza mecanismo como: qué destacar, qué omitir, qué cambiar. Mientras que el mundo real se la conoce por dos medios una desde la escuela, la familia y otra historia que nos la dan a conocer desde los medios de comunicación, lo que hace que esta acumulación de construcciones de los medios nos hace vivir cada vez menos en la historia real y cada vez más en la historia ficticia.
Lo que genera estos aspectos es que nos alejen de las historias y problemas reales que suceden en las diversas civilizaciones. Esto seguirá sucediendo mientras las noticias estén influidas por el capital o compitan como productos de los dueños de los medios.
Una condición fundamental del periodismo es el entendimiento con el otro, porque los periodistas somos y hacemos aquello que los otros nos permiten. De igual forma ninguna sociedad moderna puede existir sin periodistas y nosotros de igual forma no podemos existir sin sociedad.
El periodista no puede ubicarse por encima de aquellos con quienes va a trabajar, más por el contrario debe ser un par, uno más, alguien como esos otros, debe acercarse, comprender y luego expresar sus expectativas y esperanzas.
Por otro lado, el periodista tiene que saber que la mejor forma de obtener información pasa por la amistad, porque no puede hacer nada solo. Debe saber conseguir su confianza. Porque, siempre se tiene que tener presente que en el periodismo se trabaja con la materia más delicada del mundo: la gente. Según las palabras que utilicemos y escribamos sobre ellos podemos incluso llegar a destruirlos. Por lo cual, el periodista no debe perder de vista el criterio ético, que debe tener base en el respeto a la integridad y la imagen del otro.
Otro aspecto, que se debe tomar muy en cuenta, es que el texto periodístico depende de un determinado contexto. Desde este perspectiva, no se puede pasar por alto los siguientes puntos: primero, que existe el contexto de la revista o el periódico para los cuales fue escrito, esto referido a los principios y filosofías del medio; segundo se refiere al tiempo, porque un texto tiene determinado valor en un cierto momento que en otro; tercero, los lectores constituyen un contexto, porque al escribir nos preguntamos a quién dirigimos una artículo; cuarto, por último, un artículo se inscribe en el conjunto de textos que produce su autor.
Los Medios.
El oficio del periodismo empezó a cambiar a partir de la revolución tecnológica, la que permitió transmitir la noticia de manera fácil e inmediata. Otra razón, por la cual, cambió el periodismo fue porque la noticia se convirtió en un buen negocio. Antes, el periodismo se hacía por ambición, por ideales, pero ahora sólo se lo ve como un buen negocio.
Cuando el capital llegó a nuestra profesión se configuró redes de comunicación masiva que dividieron el campo de la noticia en dos sectores desiguales: Los grande multimedia y los medios pequeños marginados. La dirección de los grande medios quedó en manos de personas que no venían del periodismo. Esta situación creó una brecha entre los dueños y gerentes de los medios y nosotros los periodistas, porque cada cual persigue intereses diferentes.
En la actualidad, el periodista cuando llega de una determinada cobertura, el jefe ya no le pregunta si es verdadera, sino si es interesante, si podrá vender. Ese en uno de los cambios más profundos en los medios de comunicación: el remplazo de una ética por otra.
De esa forma, se ha trivializado el valor de la palabra. El problema actual de la comunicación ya no es que se escamotee la verdad, sino la palabra ya no tiene el peso de antes. En la época de la prensa soviética cada palabra tenía un valor de vida o muerte.
Hoy, el soldado de nuestro oficio no investiga en busca de la verdad, sino con el fin de hallar acontecimientos sensacionales que puedan aparecer entre los títulos principales de su medio. Por lo cual, el periodismo ha dejado de ser una misión y muchas de las personas que trabajan en los medios la consideran una ocupación como cualquiera otra, que bien pueden abandonar e ingresar a una agencia de publicidad o ser corredores de bolsa.
Actualmente, el poder está en manos de quien posee un estudio de televisión, un diario, una radio. En el mundo contemporáneo, tener medios de comunicación significa tener poder. En lo referido a este tema, las discusiones se centran más en los aspectos de mercado, que en los aspectos humanos.
Si antes la prensa tenía por fin reflejar el mundo, ahora los grandes medios se limitan a reflejar su mundo compitiendo entre ellos. Ya no les interesa tanto lo que sucede afuera, sino que los demás medios no se les adelanten, que no publiquen algo que ellos no tienen.
Por lo cual, una gran manada de trabajadores de medios se mueve como un grupo. Creando una brutal centralización de la noticia. De ahí que, si en el mundo ocurren varios acontecimientos a la vez, los medios sólo cubren un hecho: que atrae a la manada.
Otro problema que afronta el periodista, es que se les da muy poco tiempo para juntar la información con que escribirán la noticia o la crónica. Sin tomar en cuenta que la disponibilidad de tiempo nos permite hablar con más gente, leer más documentos, observar más, pensar más: trabajar en serio. Del otro lado, resolver las cosas en poco tiempo conduce a la superficialidad y la falsedad, desgraciadamente abundantes en nuestra profesión.
Esto trae consigo que la tremenda centralización de la noticia redujo mucho nuestro conocimiento de este complicado mundo en el que vivimos. Tanto se empobreció nuestra manera de entender el mundo, que no sólo sabemos apenas una o dos cosas sino que —lo peor de todo—las sabemos mal.
Un factor que se debe tomar en cuenta es la manipulación de la noticias. En los medios se impide el desarrollo de historias y nos convierten en prisioneros de un lenguaje reducido, pobre y limitado. Si en la dictadura funciona la censura ; en la democracia resulta más adecuada la manipulación. Y el blanco de esas agresiones siempre es el mismo: el hombre de la calle.
El avance de la tecnología hizo posible la construcción de una aldea global, los medios reflejan el mundo de una manera superficial y fragmentaria, centrados apenas en las vistas de los presidentes y los atentados terroristas.
Pero, con todo esto, es importante rescatar que, por ser el mundo de los medios muy complejo y diverso, una red con muchos niveles, junto a la basura y la falsedad conviven estupendos programas de televisión, excelentes emisoras de radio y espléndidos diarios.
Los medios tienen también aspectos positivos, porque en sus redacciones y estudios trabajan personas meritorias, sensibles y de gran talento; gente convencida de que el prójimo es muy valioso y el planeta en que vivimos es un lugar apasionante que merece ser conocido, comprendido y salvado.
Es verdad que los periodistas conscientes de su labor afrontan una competencia dramáticamente más grande que antes. Pero, los medios requieren una actitud activa de nosotros, una actitud de interés que nos permita coproducir esa comunicación.
El Nuevo Periodismo.
El nuevo periodismo, nace en la década de 1960, Norman Mailer, Truman Capote y Tom Wolfe, crearon este nuevo género que se dio a conocer con el nombre de New Journalism, llegaron a la conclusión de que el lenguaje periodístico tal como lo conciben los diarios no era capaz de reflejar la realidad en todos los matices.
En primer lugar, porque ese lenguaje que en general sigue manejando el periodismo tradicional es muy pobre. Otra razón que impulsó esta renovación es que las frases del periodismo tradicional se limitan a construcciones muy conservadoras.
El objetivo de este nuevo periodismo era introducir otro lenguaje y otros medios de expresión. La fuente a la que recurrieron en busca de recursos para hacerlo fue la literatura de ficción. Quisieron tratar de profundizar nuestro conocimiento del mundo, para hacerlo más rico y pleno.
La incorporación en una mezcla de personas y acontecimientos reales con los recursos de la narrativa, hizo que se diera un cambio importante, transformando el contenido de nuestro trabajo. Pero surgen en ese preciso instante los géneros televisivos que nos robaron la descripción de las imágenes.
El vacío que generó esa sustracción de recursos se llenó incluyendo en textos elementos del género ensayo. Es preciso tomar en cuenta que, la televisión informa con imágenes rápidas y cortas fuera de contexto, y con ello en los seres presentes despierta el interés de saber qué es lo que está sucediendo. Esa curiosidad crea un puente entre la televisión y la prensa escrita, cuando el hombre inteligente compra el diario al día siguiente es para encontrar las explicaciones de lo que estaba ocurriendo la tarde anterior en la pantalla de su televisor.
En este aspecto, no nos referimos a cualquier lector sino a aquel que piensa. Pero, para ese hombre, el Nuevo Periodismo presenta nuevos valores e importancia, porque es un género capaz de informar y también de explicar, comentar y provocar su reflexión. Es decir, que en este momento el valor de nuestros textos funciona en conexión con el periodismo de otros soportes.
Para quienes hacemos este Nuevo Periodismo, las funciones ensayísticas de pensamiento y opinión nos cargan nuevas obligaciones. Los periodistas debemos ser cien veces más sabios que ellos. Eso nos impone la tarea de estudiar continuamente.
Un aspecto que se debe resaltar para poder realizar lo anteriormente mencionado, es que el periodista esté convencido de la importancia de profundizar en lo referido al tema de elaboración de su texto.
No podemos adentrarnos en el campo social y político sin antes leer mucho: eso es indispensable no sólo para no caer en descubrimientos hechos por otros, sino porque la lectura previa da fuerza a nuestra prosa. Si un autor se siente inseguro acerca del objeto de su trabajo, inmediatamente su escritura deja ver esa falta de desconfianza. La fuerza de la prosa viene de nuestra seguridad. En algún sentido escribir es la menor parte de nuestro trabajo.
El Nuevo Periodismo ha tenido una característica que ha sido borrar paulatinamente los límites entre los géneros. Trabajos como los del antropólogo francés, Claude Lévi-Strauss, denominado “Triste trópicos”, o el ensayo de Clifford Geertz denominado “Géneros confusos, la refiguración del pensamiento social”. Como estos textos combinados, muchos otros, decretaron el fin de las fronteras entre los géneros.
Pasando a otro punto, es bueno que el periodista guarde y junte los materiales que le importan. Todo debe estar documentado: informaciones, testimonios, ideas. Un problema básico de nuestro trabajo es que desaparece al día siguiente, que lo olvidamos pronto. En este oficio, a medida que los años pasan nos vamos quedando con las manos vacías.
En nuestra profesión el éxito se basa en mantener dos talleres. Es decir, tener una doble vida, vivir en estado de esquizofrenia: ser un corresponsal de agencia —o un redactor de un periódico— que cumpla órdenes, y guardar, en algún pequeño lugar del corazón y de la mente, algo para sí, para la propia identidad, para las ambiciones personales.
En lo que se refiere a las formas o maneras de escribir, este trabajo, en sus manifestaciones más ambiciosas, requiere de una actitud individual creativa, de las propias formas de contar y hacer las cosas, por lo cual, cada uno tiene que desarrollar sus propias maneras de encontrar temas y las maneras de expresarlos.
En lo que a mi respecta, en mi experiencia cuando escribo no pienso si el texto va a ser una novela, un reportaje o un ensayo, sino que reflexionó reiteradamente sobre aquello que observé, en busca de la manera más adecuada de describirlo. También, es necesario tomar en cuenta que lo que escribimos es apenas una aproximación. El ideal que nunca se puede alcanzar, ni siquiera se puede definir. Nunca sentiremos que aquello que escribimos fue exactamente lo que queríamos decir. Siempre habrá un margen de decepción.
Es por esto que podemos decir, que en cierto sentido, todo libro es una derrota: aunque los lectores lo consideren una obra magnífica, para un escritor un libro trae la derrota, porque el entiende muy bien que lo que dicen sus páginas no es exactamente todo lo que él pensaba expresar.
Con el pasar del tiempo los periodistas nos damos cuenta en cierto momento que ya hemos acumulado una buena cantidad de notas, y hacemos una selección de las mejores para editarlas en un soporte durable como es el libro. Pero, hay otro tipo de libro para los que trabajamos en esta profesión, y es aquel que se escribe de modo igual original, pensando en su concepto, su estructura, su construcción.
Los libros originales plantean, mucho más que aún que los volúmenes de recopilación, una serie de problemas para los que no existen respuestas definidas. Al contrario, alimentan una constante discusión porque en ellos ocupa un lugar importante algo tan indefinible como el gusto particular del autor. Eso es lo que decide: el sabor que va naciendo en su escritura. El instinto le dice a quien escribe: “Eso se puede”. La intuición le dice: “No, no. por aquí no va la cosa”. El autor sigue sus caminos a menudo inconscientemente, por puro gusto.
Es por esta situación que muchas de las cosas que escribo sobre la gente viene de observarla, de prestarle atención a su comportamiento, de explorar los detalles pequeños como su cara, o sus ojos. Y hablar con ella, pero no de entrevistarla. Y lo que le da fuerza a un texto es la certeza, y la exactitud, estos dos son su poder.
La Globalización.
Nuestro mundo se globaliza cada día más y más se debate este proceso dentro del cual vivimos. Dado que no se trata de una transformación que nos deje afuera, es importante entender en que consiste la globalización.
Existen dos teorías principales que se ocupan de este fenómeno. Una sostiene que la globalización no representa algo nuevo bajo el sol; la otra, explica que es el más trascendente fenómeno reciente en nuestras sociedades.
La primera teoría, pertenece a la escuela histórica, sostiene que la globalización comenzó en los mismos orígenes de nuestra historia. Según, esta teoría la globalización constituye una parte natural de la sociedad humana.
La otra corriente, sostiene que la globalización es un fenómeno nuevo de la historia humana, para esto se basa en tres argumentos: El primero, la globalización como fenómeno se comenzó a debatir recientemente cuando la Guerra Fría llegó a su fin. El mismo concepto tiene su origen en ese periodo: la palabra globalización fue introducida a finales de la década de 1980 por el sociólogo británico Roland Robertson, el primero en utilizar el término en sentido moderno.
El segundo argumento, es la revolución electrónica, que liquidó dos obstáculos que impedían el camino hacia este proceso de globalización: el espacio y el tiempo. Y la tercera, se refiere a la victoria de las vertientes neoliberales dentro del sistema capitalista resultó fundamental para el proceso.
Lo más importante que se debe distinguir en este fenómeno es que existe: como proceso y como ideología. Desde el primer aspecto, se puede observar que reviste un carácter global, como por ejemplo el desarrollo de las nuevas tecnologías, las formas de comunicación social  o el funcionamiento de la economía. Mientras, desde la segunda lógica de la ideología, se lo ve desde el aspecto como una fórmula mágica para resolver en el futuro todos los problemas de los seres humanos que habitamos este planeta.
La globalización es un fenómeno contradictorio, que muestra dos caras distintas: es un río de integración de toda la tecnología, del mundo financiero, de los medios de comunicación, pero simultáneamente es otro río en dirección opuesta, que lleva a la desintegración con conflictos étnicos, con ambiciones regionales, con tendencias particulares, en una gran corriente que vive y desarrolla en contra de la misma globalización.
En lo que se refiere a los Estados la globalización profundiza las desigualdades entre estos, pone en crisis a los del llamado Tercer Mundo. Sólo las sociedades económicamente fuertes pueden resistir la globalización. Debilita al Estado moderno porque tiene un movimiento doble: desde arriba y desde abajo.
Desde arriba, el Estado sufre los embates de las corporaciones y los organismos internacionales, cuya fuerza aumenta con este proceso. Pero, al mismo tiempo, el Estado sufre un movimiento de desestabilización desde abajo. Existen fuerzas que trabajan con el objetivo de derribarlo: los diversos tipos de nacionalismo, xenofobia, racismo y fundamentalismo.
Otro aspecto, que no se puede perder de vista, es que el Estado perdió el monopolio de la violencia. La autoridad del Estado moderno se apoyaba sobre el monopolio que representaban sus fuerzas armadas, su policía, sus instituciones de corrección, su armamento. Ahora, en este nuevo mundo, se multiplican las fuerzas privadas, que toman la forma de organizaciones criminales, así como de instituciones de seguridad privada.
Sin el monopolio de la violencia por parte del Estado, los dictadores son caso del pasado. Nos hallamos ante un fenómeno político histórico que pone el poder en manos de una clase burocrática internacional. Estos nuevos gobernantes son gente ágil, muy bien vestida, amable y sonriente como corresponde para aparecer en televisión.
Ya nadie quiere ser jefe de Estado porque esa figura retiene muy poca fuerza: el verdadero poder contemporáneo pertenece a los grandes grupos financieros, a las grandes organizaciones multimedia, a las grandes instituciones internacionales.
Desde estos aspectos, en la globalización otro término que tiende a quedar como algo del pasado, es la frontera. Porque, en primer instancia, la revolución tecnológica hizo posible las comunicaciones de redes, con las cuales, se superó todas las fronteras. El segundo aspecto, son los flujos financieros que atraviesan el mundo. Y la tercera, se refiere a los grandes movimientos migratorios.
Un aspecto final que no podemos dejar pasar, así por así, está referido a lo local y lo global. Como periodistas, para aquellos que trabajan en el centro del mundo, todo lo que allí sucede tiene automáticamente valor central por sí mismo. Pero, para los que trabajamos en la gran periferia es muy importante entender que debemos buscar los universal en cualquier tema. Aquello que revela el mundo entero en una gota de agua. Porque, una gota de agua contiene el mundo, pero hay que saber encontrar el mundo en una gota de agua.
Cada vez que nos proponemos escribir acerca de un tema, debemos preguntarnos que tiene de universal, sólo así encontraremos este vínculo, este pasaje entre lo local y lo universal, y nuestro texto tendrá peso y valor. Los textos que viven cien años son aquellos en los que el autor mostró, a través de un pequeño detalle, la dimensión universal, cuya grandeza dura. Los textos que carecen de este vínculo desaparecen.
Conviene tener presente este requisito de universalidad también a la hora de recoger el material, mientras investigamos nuestros temas. Es una cuestión de talento, de intuición, pero también de amplitud de conciencia, de sabiduría. Y, sobre todo, se trata del secreto para que unos textos perduren y otros se pierdan en el olvido.
Las Preguntas del Taller
Permítanme contarles una historia sobre el gran ruso Máximo Gorki, que solía orientar a jóvenes escritores en su trabajo. Una vez, uno de esos jóvenes, que después se haría famoso, llamado Konstantin Paustovski, se acercó para pedirle que leyera sus primeros cuentos y le dijera su opinión. Gorki leyó los cuentos, llamó a Paustovski y le dijo: “Mira, joven amigo mío: en tu escritura hay talento, eso se siente, pero todavía es muy juvenil. Mi consejo es que viajes dentro de Rusia, que vivas y trabajes, durante unos diez años, sin escribir en ese tiempo. Ni siquiera tomes notas. Nada. Las cosas importantes que te sucedan se fijarán en tu memoria; y ciertamente no valdrá la pena escribir sobre aquellas que no recuerdes”. Yo he seguido este consejo, porque creo que existen tantas maneras de escribir como personas que escriben. Cada uno tiene su propia manera de escribir. Cada uno debe tenerla.
Un aspecto que se debe resaltar es que hay que sentir orgullo y respeto por lo que uno hace y escribe, porque no conozco otra manera de mejorar la propia práctica que reflexionar de vez en cuando. Leer, por ejemplo, las notas producidas en un periodo y preguntarse si lo que uno ha escrito está realmente a la altura de lo que había querido escribir. Y, si la respuesta es negativa, preguntarse también por qué no fue así, qué pasó o está pasando. Mi propuesta arma algo así como un libro con los textos propios, aunque no necesariamente sea un libro para publicar. Puede ser para aprender. La seriedad de nuestra autocrítica ayuda al desarrollo del periodista, para no escribir una cosa un día y al otro una distinta.
Uno de los grandes peligros de esta profesión es la rutina. Uno aprende a escribir una noticia rápidamente, y a continuación corre el riesgo de estancarse. En mi opinión, esta es una visión muy peligrosa de nuestra práctica profesional. El periodismo es, al contrario, un acto de creación.
Se debe tomar en cuenta que el verdadero periodismo es de contacto con la gente y con las situaciones: ese conocimiento directo constituye la base del reportero serio con ambiciones literarias.
Internet ofrece un periodismo de información inmediata, sirve mucho para acelerar la transmisión de datos, para divulgarles rápidamente por el mundo. Sin embargo, acumular una enorme cantidad de información no sustituye al razonamiento, la reflexión, el entendimiento.
Esta contradicción sintetiza el drama de nuestra cultura: acumulamos más y más datos, más y más rápidamente, pero hacerlo no nos ayuda a entender ni mejor el mundo.
Muchos se preguntan ¿Por qué titule uno de mis libros que Los Cínicos no sirven para este oficio? Porque no creo que un periodista de verdad pueda ser cínico.
Esto se debe a que nuestro éxito profesional depende de los otros: no podemos ser cínicos porque la esfera en la que desarrollamos nuestra profesión se construye entre nosotros y los otros. Ahí se juega todo: la gente nos mira y nos evalúa, constantemente, y advierte la diferencia entre un periodista que pregunta sobre problemas que realmente lo preocupan y otro que llegó al lugar para obtener un par de respuestas sin compromiso alguno, y partir. Sin empatía, esa habilidad de sentirse inmediatamente como uno de la familia, no es posible compartir los dolores, los problemas, los sufrimientos y las alegrías de la gente.

*KAPUSCINSKI, Ryszard, Los cinco sentidos del periodista, México, Fundación Para Un Nuevo Periodismo Iberoamericano, s.f.

0 comentarios:

Publicar un comentario